La sociedad española, pese a clasificarse dentro de lo que conocemos como países desarrollados, presenta muchos y muy diversos rasgos contrarios al desarrollo. Así, podemos observarlo en distintas aspectos de la vida cotidiana. Algo tan sencillo como esperar una fila para coger el autobús, resulta muy complicado de entender para muchos estudiantes, que haciendo alarde de su inteligencia, deciden saltarse dicha fila consiguiendo subir los primeros. No conformes con esto, cuantos ejemplos podemos estudiar, precisamente en esta Facultad de Ciencias Políticas y Sociología con respecto al dicho español: "Hecha la ley, hecha la trampa". Me limitaré a exponer simples ejemplos, como la prohibición de fumar dentro del recinto, o el conjunto de pinturas, supongo arte ruprestre, que decoran nuestras paredes. Si ya de por sí tenemos un edificio poco alentador, no sé cómo definir en qué se convierte. Hemos llegado al punto de que se han de poner carteles en el autobús para que las personas entiendan que se debe ceder el asiento a una persona mayor, embarazada, etc. Está claro que es algo que resulta duro de comprender con los ejemplos que se ven hoy en día, donde las madres, en vez de sentar a sus niños encima suyo, les ceden el asiento y se quedan de pie junto a ellos. Cómo van a comprender estos niños el día de mañana que no son ellos el centro del universo.
Pero de todos modos, tampoco he de juzgar con el mismo rasero a todos los jóvenes. Pese a que me resulte desalentador observar estos acontecimienots, hay que decir que en la fila del autobús siempre son más los que la respetan, así como cuando llego a la Universidad, siempre me encuentro en la puerta con personas fuando fuera, y no dentro.Cómo concretar en donde radica el problema que nos ha llevado a evolucionar hasta lo que en estos días somos y tenemos resulta un problema de mayor complejidad. Por un lado, es indudable el influjo de nuestro acervo cultural. Los españoles tenemos unas características clave que nos definen, pero tampoco deben ser constante motivo de insatisfacción. Por otro lado, gozamos de un pésimo sistema educativo. Además, los rasgos que antes he expuesto en crítica a la juventud, no es más que el reflejo de una pésima clase política. Quizá el estado de Bienestar nos ha porporcionado más de lo que nos merecíamos. Aun con todo creo que se puede hacer mucho con y en nuestra sociedad. No debemos desanimarnos cada vez que veamos a una persona tirando un papel al suelo, cada vez que los periódicos, que precisamente no ayudan en todo este entramado, detallen un nuevo caso de corrupción, cada vez que se premie al "listillo" en vez de al listo. Somos más los que respetamos, los que no tiramos papeles al suelo, los que siempre nos levantamos ante una persona que necesite nuestro asiento....y por todo eso, tenemos que hacer que nuestras voces se oigan por encima de las que más suenan ahora. Todos y cada uno tenemos mucho que aportar. Debemos coparticipar, co-ayudarnos, porque sólo de los demás se aprende.
Publicado por Marta Martínez
20 noviembre 2007
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